Esos días en los que no soy tolerante.
Volvía, como cada martes al mediodía, del Colegio Bartolomé Mitre a mi casa, en auto, escuchando Rancid y de un humor particularmente bueno.
A las pocas cuadras de mi hogar, y circulando por Combate de los pozos, un Renault Clio delante de mí se desplazaba a mediana velocidad (unos 30 km/h), lo cual hizo que le tocara bocina una vez (ya que de la derecha iban los colectivos a una velocidad claramente inferior).
Lejos de aumentar la velocidad, el Renault Clio se detiene de golpe (lo que hace que mi mano se pose nuevamente sobre la bocina, pero de modo más insistente).
Las balizas del Clio se encienden y, con mi auto a solo cm. del mismo (lo que imposibilita que de marcha atrás) y una interminable fila detrás, me bajo.
Noto que la puerta del Clio se entreabre unos cm., me aproximo, la abro totalmente y le digo en un tono no muy cordial a su conductor: 'Movelo'
Su ocupante balbucea algo asi como: 'si si', y yo regreso a mi auto con plena confianza de haber terminado con el problema.
Una vez dentro de mi auto la puerta del Clio vuelve a abrirse y la misma persona se asoma y exclama en un tono bastante amenazador: "Ehhh ! Por qué me lo decís asi?
En ese mismo instante abro la puerta, tomo el bat de baseball que reposa a la izquierda de mi asiento y me dirijo hacia el Clio.
Automáticamente el Clio se mueve 10 metros hacia adelante, dejando libre el paso para mi auto. Asi que retorno al habitáculo y retomo la marcha, no sin antes (y con una sonrisa en los labios) decirle 'Gracias' al bien dispuesto conductor del Clio.
Es verdad que la violencia no conduce a nada; una amenaza convincente basta.